Encantadora, desagradable, conmovedora, gélida. Una obra de arte puede ser muchas maneras, tantas que se hace imposible hallar un hilo común que enhebre a todas las existententes. Excepto uno: Su abosoluta independencia de la cadena lógica del mundo de esa infinita red de propósitos, argumentos y necesidades que gobiernan nuestra vida, su razón de ser es simple y llanamente ser.
Cuando tu vida comienza a ser un cuadro donde surgen desquiciantes momentos de absurdeces y se eleva hasta geometrías exactas y proporcionadas entonces sucede:
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